Editorial

¿el desarrollo en 50 años?

  • T+
  • T-

Compartir

En la década de los 90, con tasas de crecimiento que triplicaban las actuales y un sistema político menos fraccionado -que entregaba certezas, en lugar de incertidumbre-, la idea de que Chile sería “desarrollado en la próxima generación” reflejaba un optimismo sustentado en los logros económicos y políticos concretos del país.

Desde luego, esa promesa no se cumplió, y no existen fundamentos para pensar que pueda serlo en la siguiente generación tampoco. Hoy Chile ya no es considerado el país “estrella” de América Latina, como alguna fue calificado por analistas internacionales, ni tampoco existe un “modelo chileno” como el que por años fue ensalzado a modo de ejemplo para la región, en términos de garantizar impulso económico, progreso social y estabilidad política.

El PIB no es la única medida del desarrollo, pero es fundamental. El estancamiento económico de Chile no es inevitable ni irreversible.

Lo cierto es que hoy Chile proyecta crecer a tasas cercanas al 2% en la próxima década, según estimaciones del Banco Central y del comité de expertos del Ministerio de Hacienda. Y con ello, plantea un informe de Libertad y Desarrollo destacado en nuestra portada de ayer, nuestro país demoraría 50 años -¡medio siglo!- en llegar a la media de ingresos por habitante de la OCDE.

¿Qué tanto pesa el PIB en la posibilidad de alcanzar antes la media de ingresos OCDE? Según dicho estudio, si el país creciera 5% anual la alcanzaría en 19 años, esto es, menos de la mitad del tiempo. Y si el PIB se expandiera 7,5% al año -como lo hizo entre 1986 y 1997-, el plazo se reduce a 12 años.

Si bien el PIB no es el único parámetro para medir el desarrollo, sí es fundamental. Lo que recuerda este ejercicio proyectivo es que el estancamiento económico de Chile no es inevitable ni irreversible. De hecho, hay consenso en que la desaceleración de las últimas dos décadas obedece primordialmente a razones de orden político que han afectado tanto la calidad de las políticas públicas como la inversión, y no a cambios estructurales en la economía.

Sería muy alentador que esta reflexión fuera un eje central de la tercera cuenta pública del Presidente Boric al país este sábado, y que el resto de los actores políticos -en el oficialismo como en la oposición- la hicieran suya igualmente.

Lo más leído